miércoles, 5 de mayo de 2010

Nuestros representantes

(Milenio Diario, Foto: Claudia Guadarrama)


El pasado 30 de abril terminó la segunda sesión ordinaria de nuestras cámaras de diputados y senadores. Quedaron pendientes varias reformas: la política, la fiscal, la laboral, etc.

La verdad ya no es novedad que queden pendientes temas importantes para nuestro país. Según la ley, el año legislativo se divide en dos periodos ordinarios que inician el primero de septiembre y el primero de febrero y terminan el 31 de diciembre y el 30 de abril. El resto del año se utilizan para visitar sus distritos y hacer diferentes viajes ya se dentro o fuera de México.

Según la página de la Cámara de Diputados la dieta mensual es de $75 793 y a eso se le suman $45 786 de asistencia legislativa y $28 722 de atención ciudadana.

Cada que pasa esto me pongo a reflexionar sobre la gente que nos representa y su trabajo. Dudo mucho que de verdad hagan un trabajo focalizado para ir preparando las iniciativas o conocer los problemas de sus localidades.

Cuando hablamos de diputados o senadores siempre existe el argumento de que se necesita gente preparada y comprometida con el país. Me pregunto si de verdad gente preparada con título de doctor, maestro o licenciado hará una diferencia. Al final de cuentas el origen de las cámaras de representantes del “pueblo” eran para que desde los campesinos, hasta los plomeros o académicos, es decir la gente que conforma al “pueblo” estuviera representada y tuviera voz y voto. Definitivamente eso no pasa en nuestro país.

Uno de los personajes más odiados o amados es Gerardo Fernández Noroña (@fernandeznorona), actualmente es diputado federal y uno de sus últimos mensajes en Twitter en respuesta a un usuario que le dijo:

@fernandeznorona diputado mejor regrese al congreso a trabajar. No le pago por entrevistas!”

Fue la siguiente:

“@4zu3t4 Estamos en receso, pendejete y regresamos hasta septiembre, para que más te ardas. Ah y tu, no pagas ni madre, jejeje”

Una cosa de reconocer es que a diferencia de todos los demás Fernández Noroña dice las cosas de frente, igual de reprobable pero no las esconde. Otra es que definitivamente su sueldo sale de nuestros impuestos y como vimos arriba no es poco.

De nuestro lado también hay algo que falta, es decir, la mayoría vamos a votar pero después no hay un contacto con nuestros legisladores. La verdad no sabemos ni quienes son nuestros diputados o senadores y tampoco presionamos para que hagan su trabajo.

No pretendo ser aleccionador o moralino pero valdría la pena reflexionar qué hacemos de nuestro lado. Dejo algunas preguntas al aire.

¿Te gustaría ser legislador? ¿Crees que el Congreso está lleno de gente incapaz? ¿Estaría mejor con gente que tenga posgrados?

Espero sus comentarios.

Poncho

2 comentarios:

Juan López G. dijo...

Desde mi punto de vista el problema no esta en lo capaz de las personas que se encuentran en el congreso, sino, en la finalidad de lo que hacen que es cubrir sus necesidad de sentirse personas importantes, y mas aun hacer dinero para gastarlo en cosas de mal gusto. En ningún momento piensan que lo que hacen tiene la finalidad de servir a sus ciudadanos.
En cuanto los estudios de posgrado, etc.. resultaría algo que de cierta forma tendría que dar una garantía de mejor cumplimiento y rendimiento de los objetivos. Sin embargo creo que es bueno mencionar el caso de Lula da Silva que a logrado buenos resultados en Brasil sin estudios enfocados a tareas administrativas o de gobierno.
Lo puntos anteriores creo que demuestran que al final parece que lo que falta para que el congreso funcione es mas que tenga personas con intensiones concentradas en la finalidad de sus tareas, tal vez la mejor forma de solucionar esto sería asignando a estas personas sueldos módicos para que así quién se aviente a ser diputado sea alguien que se sienta capaz de cumplir con la responsabilidad de servir a muchas personas para mejorar su nivel de vida.

Juan López G. dijo...

o bien,
podrían ser sueldos basados en los logros de sus tareas, medibles a partir de la satisfacción de los ciudadanos por medio de retroalimentaciones con IFE en mano.